Ciclismo femenino

Desigualdad sobre ruedas
Discriminación
Tanto Joane Somarriba como Eneritz Iturriaga han tenido que soportar en los inicios de su etapa deportiva comentarios machistas que con el tiempo fueron cesando a la vez que demostraban su madera como ciclistas. Agustín Ruiz presidente de la Federación de Vizcaya, también ha sido testigo de ese tipo de situaciones, aunque menciona otro tipo de tratos discriminatorios: “Tienen menos patrocinadores, menos premios y menos sueldo, si es que llegan a tenerlo”.
Las féminas corren con hombres de categorías inferiores como preparación para coger ritmo y mejorar de cara a campeonatos femeninos. “Antes era más raro que una chica corriese con chicos”, recuerda Somarriba de su etapa como ciclista en España, “pero la mentalidad ha cambiado y mejorado”. Las ex ciclistas vascas confiesan que cuando corrían carreras mixtas los chicos veían necesario ganarlas aunque ellas se conseguían hacer respetar.
Diferencias físicas
Existen diferencias físicas entre un hombre y una mujer que hacen que no estén igualados para competir entre ellos. Los hombres genéticamente están más preparados para el ciclismo por su capacidad pulmonar, musculatura y nivel de hematocrito. Aunque Somarriba cree que quizás en “amor propio” y “espíritu de sacrificio” las mujeres están incluso por encima de ellos.
Joane Somarriba explica que las mujeres tienen su camino y los hombres el suyo, no tienen por qué compararse. También defiende que lo que las mujeres reivindican no es hacer carreras contra hombres, sino “que se las tenga en cuenta y se apoye el ciclismo femenino a parte del masculino”.
Kilometraje, tiempos y premios
El ciclismo es un deporte sacrificado en el que es necesario entrenar mucho y llevar una vida sana. Hombres y mujeres llevan la misma vida como profesionales, pero físicamente no son iguales, por eso las mujeres tienen menos kilómetros en las pruebas. Si una fémina corre 130 km, un hombre unos 260km, lo mismo ocurre con la duración de las etapas, alrededor de 3 horas una mujer y 6 horas un hombre.
Los ingresos para organizar una carrera son las aportaciones de instituciones públicas y privadas. Una parte de los fondos va destinado para los premios. Con la décima parte del presupuesto de una carrera masculina se hace una femenina, pues no disponen de los mismos recursos. Agustín Ruiz, que aparte de ser presidente de la federación, también coordina la ‘Emakumeen Bira’, una carrera femenina por etapas que se disputa en Vizcaya, explica su experiencia como organizador de dicha competición: “Si una carrera de hombres vale 100.000€ pues por 10.000€ se hace una para mujeres con las mejores del mundo”.
Somarriba explica indignada que el premio de una fémina en un Tour de Francia puede ser como un contrato de un corredor de pelotón. “En un tour de Francia un hombre gana hasta 3 o 4 veces más que una mujer en premios y contratos”.
Patrocinios
El ciclismo tiene unos costes fijos que todo equipo ciclista y los propios corredores tienen que asumir, como la participación en competiciones, el desplazamiento a las carreras o la compra de material. La crisis económica está afectando al ciclismo, y con más fuerza al femenino.
Las pruebas femeninas no se retransmiten en los medios, eso hace que las empresas no quieran invertir en equipos porque su imagen de marca no se hace visible. La falta de fondos para sacar a adelante un equipo femenino hace que tengan que realizar grandes esfuerzos económicos. La iniciativa tomada por algunos equipos ha sido la subasta de material como ruedas, cascos, etc. para conseguir dinero y poder acudir a carreras internacionales.
Subvenciones
En España una ciclista no puede vivir del ciclismo, “si tiene becas y un par de patrocinios privados podría vivir pero con lo justo”, denuncia Agustín Ruiz.
La ayuda por parte de las instituciones públicas españolas se traduce en becas que se otorgan a deportistas de élite que obtienen resultados. Iturriaga reconoce que para la concesión de las becas se les exige victorias a nivel internacional, como puede ser un Giro. Joane Somarriba confiesa que es muy complicado estar a un buen nivel: “Te vas desanimando, porque en el extranjero hay mucho nivel y ves que necesitas dar el triple para recibir esas ayudas”.
Iturriaga afirma que el apoyo económico debe recibirse antes de triunfar “para hacer el camino”. Coincide con Somarriba que cree que es fundamental que las instituciones apoyen al deporte base, ya que si no tienen ingresos no pueden dedicarse en “cuerpo y alma” al ciclismo. Agustín Ruiz que también dirige un equipo femenino de cadetes, explica porque hay tan pocas mujeres en la élite: “Empiezan a atravesar una etapa ciclista desde jóvenes, pero luego no ven la salida porque no pueden llegar a ser profesionales y vivir de ello como los hombres”, por eso lo acaban dejando.
Emigrar para vivir del ciclismo
Con la crisis española se ha podido ver como muchas personas han tenido que ir al extranjero para buscar trabajo. Lo mismo les ocurre a las mujeres que quieren dedicarse al ciclismo, como Iturriaga y Somarriba que pasaron la mayor parte de su vida en Italia. Somarriba reconoce que ella empezó a vivir del ciclismo cuando se marchó fuera: “En Italia fue donde realmente me sentí profesional y que ese era mi trabajo”.
En ningún lugar del mundo existe igualdad al 100% en este deporte, pero sí hay países en los que las mujeres “están mucho más reconocidas y valoradas en el ciclismo”, señala Iturriaga. En Holanda, Alemania y en los países nórdicos se fomenta el deporte femenino, ayudando económicamente a las deportistas para que puedan dedicarse exclusivamente a ello. Este incentivo hace que las corredoras extranjeras se sitúen siempre en cabeza de carrera, mientras que las ciclistas españolas son habitualmente corredoras de pelotón.
Pasado, presente y futuro
Antes en España las diferencias en este deporte eran todavía mayores. En los años 60 el reglamento las prohibía correr, ir en los coches de equipo y participar en la organización de las pruebas. Hasta 1935 no se permitió a la mujer acceder al ciclismo. La primera carrera femenina se celebró en Madrid por el Club Ciclista Ventas sobre un recorrido de 22 km, en la que ganó Angelita Torres.
Somarriba recuerda su etapa en el ciclismo con grandes desigualdades: “Las diferencias eran aun mayores de lo que son hoy en día, en un campeonato del mundo a nosotras nos metían en un hotel de peor calidad que a los hombres”. Iturriaga es negativa en cuanto a la futura situación de este deporte tan ‘machista’: “Mejorará pero no se llegará a igualar”, aunque desea que se confíe más en las corredoras.
Actualmente un grupo de féminas vizcaínas de categoría élite están promoviendo un movimiento reivindicativo para conseguir más igualdad. Denuncian que cumplen los mismos requisitos que los hombres en este deporte: el pago de la licencia, los gastos que conlleva la competición, el material deportivo, el sufrimiento en los entrenamientos, etc. Y los premios que reciben en las competiciones son menores. El tema fue tratado en la Junta Directiva de la Federación de Vizcaya que decidió trasladar la información a la Federación Vasca para que se estudien soluciones.
Pruebas femeninas
El escaso valor mediático hace que los patrocinadores no apuesten demasiado por las pruebas femeninas. El resultado es un calendario de carreras menos extenso. Actualmente existen casi una veintena de carreras femeninas en España, de las cuales 12 pruebas son vascas. Más de 20 carreras internacionales formaron parte de la Copa del Mundo femenina pero han acabado desapareciendo con los años, como el ‘Gran Premio Ciudad de Valladolid’, el ‘Gran Premio Castilla y León’, la ‘Primavera Rosa’, etc.
Agustín Ruiz Larringan señala que las pruebas desaparecen por “falta de apoyo económico” de patrocinadores privados o porque no han sido amparadas por las instituciones públicas, como pueden ser Gobiernos locales o ayuntamientos. Es el caso del “Grande Boucle”, también conocido como el Tour de Francia femenino, que desapareció del calendario ciclista en 2009 por falta de patrocinios. (Pruebas desaparecidas)
Una de las pocas carreras de ciclismo profesional femenino que quedan en España. La comenzó organizando Ismael Lejarreta, más tarde la acogió la Sociedad Ciclista de Iurreta (Bizkaia) para que no desapareciera. Lleva 27 años celebrándose. Consta de dos o tres etapas, según el presupuesto y las posibilidades de cada año. Es una de las carreras más apreciadas por las ciclistas del panorama internacional.
Es financiada por el Gobierno vasco, Diputación de Bizkaia, los ayuntamientos donde se celebran las etapas y patrocinadores privados. El dinero que se reúne es para la carrera, ya que sus organizadores son voluntarios. La gran parte del presupuesto se destina a los premios, en total 13.000€ (contando lo que se da en cada etapa y en la general), “una miseria de premio”, declara el coordinador de la carrera, Agustín Ruiz.
Joane Somarriba fue la última española que ganó esta carrera (2004) a la que guarda mucho cariño: “Para mí siempre ha sido una carrera muy especial”, y agradece el esfuerzo que hace cada año la Sociedad Ciclista de Iurreta para que no desaparezca.
A pesar de la desigualdad existente, una cosa está clara: cada mujer ciclista desafía a la sociedad y abre de alguna forma los ojos de los españoles, como Somarriba que enseñó que había mujeres que se podían dedicar a dar pedales. O Iturriaga que demostró que una chica que empezó en el ciclismo porque tenía sobrepeso, se pudo abrir paso en un deporte aparentemente de hombres y llegar muy alto.
El ciclismo es uno de los deportes en los que más desigualdad de género existe. En España únicamente el 4% de los federados en ciclismo son mujeres. Las instituciones públicas y privadas apenas invierten en ciclismo femenino, pues carece de repercusión mediática y no les sale rentable. Esto provoca que las mujeres no puedan dedicarse profesionalmente al ciclismo ya que el escaso sueldo no les permite vivir de este deporte.
En España hay mucho desconocimiento de la existencia de carreras internacionales femeninas. Joane Somarriba, ex ciclista profesional y figura destacada en este deporte, asegura que la gente desconocía que hubiese un Giro de Italia femenino hasta que ella lo ganó: “No se supo hasta que no se conoció una victoria de una corredora española”. Los medios de comunicación se sostienen de lo que el público más sigue y conoce. “En España apenas se nombra a las ciclistas femeninas en los medios”, explica Eneritz Iturriaga una de las mejores corredoras españolas, actualmente retirada. “En otros países las ciclistas están mejor valoradas”, expone Iturriaga que corrió en Italia durante 12 años.
Existe un escaso número de mujeres que se dedican al ciclismo profesional en España, de 65.339 federados sólo 2.465 son féminas